domingo, 7 de noviembre de 2010

Diario Intimo de una sumisa

Hola, soy Andreita y lo que voy a relatar es parte de otro suceso importante en mi vida ocurrido en el transcurso de este año. Vivo con mi mamá, su esposo ( que vendría a ser mi padrastro ) y mi hermana menor. La separación de mamá y papá trajo mucho dolor y tristeza al no poder estar nunca más juntos como antes, pero gracias a que mamá nos explicara la forma tan audaz y horrible de burlarse de ella con otra mujer, me sentí más tranquila dándole la razón a mi mamá y condenando obviamente la mala actitud  de mi padre. Fue así que cuando mamá comenzó a salir con un pretendiente, decidí apoyarla en todo para que tuviera la oportunidad de reconstruir su vida. Así fue como Diego, llegó a formar parte de la nueva vida de mamá, empezaron a salir juntos y en poco tiempo comenzó a frecuentar la casa. Mamá hacia lo posible para que él congeniara conmigo y con mi hermana Sylvana, quienes teníamos 13 y 12 años respectivamente. Dos años después decidieron unir sus vidas y así quedó totalmente consolidada la unión de ambos en un matrimonio que concitó la atención de muchos familiares y amigos. Cuando Diego empezó a vivir con nosotras, todo iba bien al principio y no quiero decir que las cosas entre mamá y él estén mal actualmente, si no que poco a poco empecé a notar ciertas actitudes de él hacia mi. Nosotras tratábamos siempre de ser corteses con él sin que se escapara ningún tipo de hostilidad de parte nuestra; pero mi amabilidad no podía entenderse como una muestra de cariño por él, puesto que no era mi padre biológico. Tenía ya 15 años cuando comencé a notar que Diego dedicaba sus miradas a mi cuerpo, es algo inevitable que una chica sienta cuando está siendo observada por un hombre, y era claro que él gustaba recorrer con sus ojos mi ya bien formado cuerpo a esa edad. Sus miradas eran cada vez más notorias siempre que yo usara algo muy ceñido o que fuera muy ligero como vestidos cortos, shorts o minifaldas. Una vez fui invitada a un almuerzo con unas amigas, ya tenía 16 años y había decidido usar una minifalda muy corta y ceñida, con un suéter ajustado de cuello alto, pantymedias negras y tacos altos.
Pasé casi toda la tarde con ellas divirtiéndonos y cuando ya era momento de regresar y salía de la casa de reunión, me encontré con mi padrastro esperándome con su auto para llevarme a casa. Me dijo que se encontraba justo por ese lado del vecindario y quería aprovechar en llevarme a casa en su auto. Le di una sonrisa y me subí al auto, sentándome a su costado. La minifalda que llevaba era tan pequeña que se me subió demasiado haciéndome muy incomodo poder estar así exhibiendo gran parte de mis muslos ante sus ojos. Como tenía un bolso grande lo utilicé para cubrir mis piernas de sus ojos, cuando el se sentó al volante y me vio así me dijo, “esto te incomoda mucho, déjame ponerlo atrás”  Sin darme tiempo a nada me quitó mi bolso y lo colocó en el asiento de atrás, dejando mis piernas totalmente expuestas para deleite de sus ojos. Sin ningún reparo coloco su mano derecha en mi muslo, y me miro a los ojos preguntándome: “Cómo estuvo la reunión Andrea? ¿Te divertiste mucho?”  Sentía su mano acariciar suavemente mi pierna por unos minutos y no podía decir nada, solo asentí con mi cabeza, mientras que él quitaba su mano para encender el motor y ponernos en marcha. En el camino me hablaba de su trabajo, de lo duro que había sido su día y que estaba feliz de formar parte de la vida de mi mamá, pero podía notar su mirada que no perdía un momento para echar una mirada a mis bien redondeados muslos. Cuando hacía los cambios, su mano la hacia rozar contra mi pierna, lo hacia deliberadamente. “Estas muy bonita hoy Andrea” me dijo, “Ya eres toda una jovencita y muy pronto serás una mujer muy hermosa, tu mamá está muy orgullosa de ti, y yo también te quiero bastante”  No supe que decir ante esas palabras solo decía; “Gracias, señor”. El continuó; “Estas muy sexy el día de hoy, debes cuidarte de los lobos en la calle” me dijo riendo mientras nos íbamos a casa. Nada más me sucedió con mi padrastro durante esos días, salvo las ya tan acostumbradas miraditas a mis piernas, algo que descubrí fue que le resultaban mucho más seductoras cuando llevaba pantymedias puestas, eran su fascinación y fetiche. Cuando cumplí los 17 años, sucedió algo que me hizo sentir muy vulnerable y el pensamiento de poder caer en sus manos algún día cobró vida en mis temores. Un día me encontraba sola en casa, preparándome para salir con mi novio y por tanto decidí tomar una ducha antes de mi cita. Tenía la radio encendida a todo volumen como es  mi costumbre para sentirme bien y alegre; obviamente aprovechar para bailar un poco me relajaba. Me encanta la danza y bailo mucho en casa cuando puedo y cuando mi mamá no está; porque no le gusta el ruido fuerte. Así que me puse a bailar y empecé a quitarme el top, los shorts, mi tanguita y me quedé totalmente desnuda, pero justo cuando me iba al baño, comenzó una canción que me aloca mucho bailar y empecé a mover mi cuerpo al compás de la música. Estaba tan concentrada en la canción que no sentí el auto de mi padrastro llegar ni mucho menos cuando abrió la puerta de la casa y entró. Debió escuchar la música proveniente de mi cuarto, porque subió las escaleras y se detuvo en la puerta de mi dormitorio para observar el balanceo sensual de mi cuerpo desnudo al compás de la canción. De repente sonó el teléfono del primer piso y como yo sabía que mi novio me llamaría en cualquier momento, me di vuelta a toda prisa y salí corriendo hacia la puerta, chocándome con mi padrastro que estaba muy complacido con la vista de mi cuerpo. Al chocar ambos perdimos el paso y estábamos a punto de caer al piso juntos, pero Diego me sujetó firmemente evitando así la caída, pero aprovechando deliberadamente ese desbalanceo de nuestros cuerpos como averiguaría tiempo después y que no fue mera casualidad,  me  tomó en sus brazos, me puso contra la pared y con todo el peso de su cuerpo frente al mío, quedé atrapada entre sus brazos que me sostenían firmemente y con mis piernas abiertas con el en medio de ellas. Puesto que tenía las piernas abiertas y él se encontraba en medio mirándome fijamente a los ojos, pudo levantarme las piernas y ponerlas en su cintura de manera que yo quedaba sujetada de su cuello y él me sostenía de las piernas y luego toqueteaba mis nalgas de paso. En esa posición yo solamente pensaba en que me encontraba totalmente indefensa ante él quien me tenía totalmente inmovilizada en sus brazos y esperaba que sacara su pene para penetrarme, estaba totalmente abierta y vulnerable para una violación inminente así . Cerré mis ojos y abrí mis labios para soltar un leve suspiro. Afortunadamente después de unos minutos Diego me bajó las piernas y me dijo que lo sentía por haberme asustado y que había venido a casa para recoger unos documentos que había olvidado llevar a su oficina. Diciendo esto salió de mi cuarto cerrando la puerta tras de si y se dirigió a su estudio donde recogió lo que tenía que llevar y salió de la casa inmediatamente. Yo me quedé helada en esos instantes, no podía creer lo que había sucedido, el teléfono seguía sonando mientras yo me recobraba de tan embarazosa situación sin siquiera acordarme de cubrir mi cuerpo. Me avergonzaba haber sido vista totalmente desnuda por mi padrastro, sentía vergüenza de todo lo sucedido y me sentí muy turbada todo aquél día. 


Hace un tiempo caí en manos de una mujer,  quien en la actualidad es mi ama, y es la que controla mi vida, mi mente  y mi cuerpo de manera severa y dominante. Es por esta Ama que estoy escribiendo este relato con mucha vergüenza y humillación. Mi Ama se enteró de mis problemas con mi padrastro y del secreto de mi prostitución en casa, por lo que ella ideó la manera de tomar ventaja de mi situación para poder obligarme a entregarme a él quien ya tenía conocimientos de todo eso y de mis demás aventuras en el mundo del BDSM gracias a ella. Un día ella me pidió que le diera el msn de mi padrastro según ella solamente para conocerlo como amigo y nada más; a lo que accedí y se lo di ingenuamente sin pensar que ella iba de esta manera tomar contacto con él para tenderme una trampa que sometería a mi cuerpo a los más humillantes tratos que pudiera recibir de ambos sin lugar a poder escapar de sus redes. Ella se contactó con Diego y ambos fueron planeando y coordinando lo que iban hacer conmigo poco a poco; sin que yo supiera lo que estaban tramando. Fue así que un día mi Ama me dijo que mi padrastro Diego sabía exactamente todo sobre mi prostitución y también de mi sumisión y me indicó que había concertado una cita mía con él para un día en el que yo me entregaría sumisamente a Diego. Traté de rechazar todo esa horrible orden diciéndole a mi Ama que jamás aceptaría hacer eso, pero ella me dijo que si no accedía a entregarme a él, ella le pediría a Diego que averiguara donde yo me prostituía y que llevara a mi mamá ahí para descubrirme. La sola idea que mi mamá se enterara que ejercía la prostitución, me aterraba totalmente pues conociéndola como es, ella  jamás iba aceptar que su hija terminara de prostituta, pues según sus principios morales, era inaceptable que un miembro de la familia cayese tan bajo. Mi madre siempre ha sido muy moralista y puritana y ha condenado duramente a las meretrices y proxenetas porque los considera lo peor de la sociedad. Me encontraba totalmente contra la espada y la pared, y ya pueden darse cuenta de quien era la espada que me amenazaba (Diego). Por lo que no me quedó más remedio que aceptar el chantaje y decidí entregarme con la condición que solo sería solamente una sola vez. Mi ama fue algo dura conmigo al responderme que yo no era nadie para decirle qué hacer y que debería aceptar las consecuencias si desobedecía. Diego y  ella decidieron que mi entrega sería un día viernes y que debería asistir muy sexy y aplicarme un enema una hora antes. Habían ambos tomado las medidas necesarias de como chantajearme y asegurarse que no dijera nada de lo que iba a sucederme.
Así como cordero listo al matadero, fui ordenada por mi Ama a entregarme a mi padrastro en un departamento que no conocía yo, al cual él me llevaría después de terminar mi trabajo. Quedamos en encontrarnos a las 7pm en la esquina de un conocido café de la ciudad. Yo había sido ordenada ir muy sexy y muy maquillada, elegí para esa inolvidable ocasión usar mis mallas enterizas negras de fina lycra que se ajustan ceñidamente al cuerpo desde el cuello hasta los pies, con cierres en la parte de vagina y ano. Obviamente llevaba una falda corta y un abrigo largo porque llovía esa noche, mi cuerpo temblaba no por la humedad del clima sino más bien por el miedo y la vergüenza de entregar mi cuerpo al hombre que supuestamente debería ser fiel a mi mamá y cuidar de mi como si fuera su propia hija. Felizmente Diego no se hizo esperar mucho tiempo y su auto apareció de pronto, se bajó me dio un beso en la mejilla y me abrió la puerta delantera invitándome a subir. Me dijo que estuviera tranquila y relajada que un amigo le había prestado su departamento y que podríamos estar ahí un rato. Que no me preocupara de nada porque él iba a cuidar de mí y que no le tuviera miedo, que me relajara mucho y me dejara hacer todo lo que él quisiera. Al llegar al departamento no había nadie ahí, me hizo sentar en un sofá, yo no hablaba nada, permanecía muda y le hacía ver de ese modo que si me encontraba en ese lugar era contra mi voluntad y que si disponía de mi cuerpo lo hacía sin mi consentimiento solamente gracias a la extorsión por evitar que mi mamá se entere que soy prostituta. Diego se sentó a mi lado y me alcanzó una bebida, estuvo conversándome de su trabajo y cosas así por buen rato, mientras me acariciaba mis piernas. De repente me tomó de las manos y me hizo poner de pie, se paró en frente mío y empezó a desabotonar mi largo abrigo, para luego dejarlo caer por mis hombros al piso. Soltó un suspiro de admiración al ver que en mi parte superior llevaba unas mallas que me cubrían desde el cuello y se ceñían mucho a mi cuerpo dejando a relucir mis pechos traslucidos completamente por no llevar sujetador. Me las empezó a acariciar mientras que yo soltaba un leve “No, por favor”, a la vez que me decía “Tranquila Andrea, déjate hacer y entrégate al placer”. Yo no podía hacer nada, ansiaba poder salir de ahí corriendo pero nuevamente mis piernas me traicionaban una vez más y permití que siguiera manoseando mis pechos a través de las ajustadas mallas. Me agarró apasionadamente y presionó sus labios con los míos. Traté de apartarlo de mí, pero sus brazos una vez más me sujetaban firmemente haciendo inútil toda resistencia mía. Lentamente nuestras lenguas ardientemente se juntaron en nuestras respectivas bocas. Mientras tanto sus manos palpaban y acariciaban mis nalgas por encima de mi minifalda hasta que muy hábilmente encontró el broche de mi faldita haciéndola caer al instante, dejándome casi desnuda salvo por mis mallas negras y mis tacones de aguja del mismo color. De repente se detuvo y soltó un nuevo suspiro de admiración al verme así vestida, totalmente exhibida ante sus ojos. “Estas hermosa y sexy, Andrea. Me imagino que tus clientes quedarán muy satisfechos de tenerte siempre” dijo riendo al mismo tiempo. No pude contener soltar un suspiro cuando su mano se deslizo hacia abajo y llegó a tocar mi cosita, acariciándola suavemente. Mi lucha duraría poco al sentir tal cobarde ataque a mi vagina con sus dedos mientras yo soltaba mis últimos suspiros de lucha diciendo con voz  cada vez más suave, “No, no, no.” Fue ahí justamente donde mi resistencia fue vencida, al momento de separar instintivamente mis piernas para permitirle que me registre mi conchita libremente. Mis defensas habían ya desaparecido y prácticamente me entregaba yo misma al placer que mi padrastro en esos instantes me estaba dando y que tomaría posesión de mi cuerpo totalmente.

De repente me empujó contra el refrigerador quedando mi espalda y cola apoyada en él con las piernas abiertas. Me abrió el cierre de mis mallas mientras me enterraba su boca en mi ya húmeda cosita, suavemente me la empezó a besar y comer hasta que grité en completo éxtasis. La sensación combinada de sus labios en mi conchita y del frío del refrigerador en mi colita me hizo venir tan rápida y violentamente que casi me caigo. Fue tan sensacional que mis jugos estaban corriendo los interiores de mis piernas hacia mis dedos de los pies. Diego rápidamente limpió todo con su lengua. Entonces se puso de pie y dejó caer sus pantalones. Luego hizo algo que me llamó mucho la atención, había sacado algo de uno de sus bolsillos, era una mascara negra que en breves segundos terminó por colocársela como antifaz. No entendía para qué había hecho eso en esos momentos, pensé que se trataba de algo relacionado a los juegos de BDSM que según mi Ama, él conocía mucho. En fin tiempo después averiguaría el por qué había usado ese antifaz. Al quitarse la ropa completamente, era entonces  mi turno de suspirar. Siendo el esposo de mi mamá jamás me hubiera imaginado poderlo ver desnudo y cual no sería mi total asombro al poder ver lo bien equipado que estaba; con semejante arma de carne totalmente parada y en posición de atención. Diego me volvió a empujar contra el refrigerador e instintivamente separé mis piernas otra vez. Cuando su pene empezó a penetrarme yo empecé a gemir en éxtasis. Me parecía tan grande, me estaba penetrando tanto y tan duro que podía oír sus muslos golpear los míos con fuerza. De repente me tomó las nalgas y levantando mis piernas me llevó cargada y totalmente penetrada rumbo a otra habitación. Esa sensación de levantarme las piernas para ponérmelas en su cintura mientras me cargaba penetrada, me trajo a la mente el momento en que estuve desnuda ante él y me hizo totalmente lo mismo. Comprendí en esos instantes que no había sido mera casualidad lo de ponerme en esa posición que el llama “Caballito” al simular tropezarse conmigo. Me había colocado así deliberadamente para penetrarme, cosa que no lo hizo y aún no sé porque razón, pero al fin comprendí que su reacción al tomarme entre sus brazos, tirándome contra la pared para separarme las piernas y poder cargarme de esa manera lista para mi penetración; había sido producto de sus tan acostumbradas forma de “ataque” para penetrar a las chicas. Me llevó a una habitación que tenía un azul intenso en las paredes donde no había casi nada alrededor, salvo una gran camilla o taburete con unas sábanas o fundas negras, también habían cadenas que colgaban de unas argollas que estaban fijas en el techo. Asimismo pude observar un trípode donde una caja pequeña envuelta en una tela negra se encontraba fijada y detrás un biombo alto de color negro; todo eso al costado del taburete. Grande sería mi sorpresa minutos después al saber lo que se ocultaba detrás de ese gran biombo. Había también cerca una mesa con un mantel negro encima pero llena de utensilios BDSM como, dildos, un ballgag, vibradores, bolas anales, látigos, fustas y otras cosas más que no recuerdo. Obviamente todos esos objetos, definitivamente esperaban por mi cuerpo para usarse en cada uno de mis orificios. Sujetada de su cuello con mis brazos, mis piernas firmemente entrelazadas en su cintura y totalmente invadida por su durísimo pene que se encontraba profundamente clavado en mi conchita, no podía hacer nada ante tal escenario que me aguardaba,  solo jadear y gemir; dejándome llevar hacia el interior de la extraña habitación. Me llevó así cargada y con su pene en mi conchita, hasta esa camilla o taburete subiendo unos escalones lentamente con mi cuerpo entre sus brazos, colocándome suavemente sobre ella y sin sacar su dura y caliente herramienta de mi cosita. Todo ese trajinar de ser llevada clavada en esa forma me había hecho doler mi vagina por lo duro y grande de su pene. ¿Duro y grande? Que tonta fui al pensar que su pene podría ser lo único de tales dimensiones que probaría esa noche, ni por nada del mundo hubiera imaginado que me estaba esperando uno totalmente más descomunal y gigantesco que jamás haya visto; el cual me ocasionaría placer y al mismo tiempo me haría tanto daño. Al acomodarme en ese taburete me tomó de mis cabellos y me puso en posición de perrito, quería que le mamara su pene mientras el se acostaba junto a mi. 


Con su mano hizo presión sobre mi cabeza, no permitiendo que pudiera retirar mi boca de su durísima herramienta de fuego. Poco a poco me empezó a levantar y bajar la cabeza rítmicamente, tomándome de mis cabellos y haciéndome mamarle profundamente. Mi excitación había llegado a su punto más alto en esos instantes, al sentirme completamente indefensa y dominada que mi cuerpo no pudo más resistir y empecé yo misma a darle mis propias mamadas a ese duro pene que salía y entraba de mi boca. 


Nos situamos en una posición 69 mientras yo le mamaba su pene, el me comía mi cosita, produciéndome convulsiones de placer. Me estremecí de dolor al sentir su dedo ingresar en mi ano haciéndome soltar suspiros. Sin embargo no abandoné mis mamadas las que lograba hacer con tanta efectividad y como dirían por ahí, tan golosamente que ya tenía a mi padrastro al borde del clímax.  Diego supo controlar su excitación, dejando de meterme el dedo al ano y pudo incorporarse sobre mí, sacando su bien parado miembro de mi boca. Minutos después se posesionó encima de mí y comenzó a penetrarme con duras estocadas. Pensé que me iba a desmayar por aquella grandiosa sensación que nunca había sentido en mi vida antes. 




Yo estaba totalmente fuera de mi y me entregaba al placer totalmente sin percatarme que detrás de aquél biombo negro había un hombre quien había estado filmándome o tomándome fotos con una cámara que justamente era la caja que había visto yo, y que estaba cubierta con la tela negra sobre el trípode. Lo extraño es que no veía ningún flash de la cámara por eso no me daba cuenta de nada. Sus embates eran cada vez más fuerte y la forma en que me sujetaba era tan posesiva que me excitaba más el ser tratada así como un objeto sexual, me cambiaba de posición a su antojo poniéndome boca abajo para seguir penetrándome con más fuerza. Conseguí un segundo explosivo orgasmo, no podía contener mis gemidos de placer que iba soltando. Diego estaba bombeándome más y más hasta que se detuvo y sorpresivamente empezó a besarme, mientras su mano me palpaba mi vagina. Después de lubricar sus dedos ahí, insertó un dedo en mi ano. Me estremecí de dolor cuando su dedo se deslizó dentro, pero al poco tiempo ya no me dolía mucho y otra vez empecé a gemir cuando sentí otro dedo más introduciéndose lentamente en mi culo. Las indicaciones que me había dado Diego un día antes de nuestro encuentro eran que debería vestir en lencería extremadamente sexy y que me hiciera un enema una hora antes de nuestra cita. Obviamente él no deseaba contratiempos al momento de introducirme sus dedos al ano y tampoco al sodomizarme como haría él y el misterioso hombre detrás del biombo minutos después. Diego sacó sus dedos de mi ano y me hizo poner boca abajo sobre mis manos y rodillas, levantando mi colita al aire y ofreciéndole generosamente mi culito. Su pene se le había puesto tan dura como un fierro. El se puso detrás de mí y dirigió su herramienta hacia mi pequeño agujero con sus manos, pero la cabeza estaba muy gruesa para entrar. Rápidamente se paró y cojió una crema de la mesita que se encontraba cerca. Lo frotó sobre su lanza y esta vez su pene se deslizó dentro de mi ano dolorosamente. El dolor fue tan grande que empecé a gritar y tratar de escapar, pero los fuertes brazos de Diego me mantuvieron en mi sitio. 


Gemía y jadeaba pidiéndole que me lo sacara, pero él solamente lo introducía más y más adentro. No pasó mucho rato y ya había logrado que su completa herramienta se me metiera en mi ano totalmente y estaba bombeándome con largas y duras embestidas. Lo más que me penetraba, lo mejor se sentía. Mientras el me sodomizaba el ano, sus dedos me penetraban la vagina. La sensación fue casi tan maravillosa que logré alcanzar el clímax poco antes que él descargara su cargamento de semen profundamente en mi ano. 



Después que Diego sacó  su atormentadora herramienta de mi agujero anal, caí boca abajo sobre el taburete con su semen goteando fuera de mi ano. Diego se bajó del taburete dejándome totalmente agotada y exhausta boca abajo con su venida saliendo de mi ano todavía. 
Me fui a darme una ducha y a contarle a mi Ama que había cumplido obedientemente con su orden y que era muy feliz por haberlo hecho.
Además, debo decir, que le agradezco a mi Ama Ceci por este regalo.



1 comentario:

  1. Me encantó tu blog y tus fotos.... quisiera conocerte...

    ResponderEliminar