domingo, 7 de noviembre de 2010

VIOLADA A LOS 18 AÑOS POR EL PERRO DE MI NOVIO

Holitas, soy Andrea Ángela, Gonzáles Salvatierra, tengo 18 años, soy Colombiana y este relato es real y es para Ud. Ama, dueña y señora de mi cuerpo y mente.  Voy a relatarle como fui violada por el perro de mi ex novio en abril de este año, con lujos y detalles para que se de una idea de cómo fue mi primera experiencia con un animal. Desde que conocí a mi novio, ( ex ) fuimos muy centrados en nuestras cosas y todas las cosas parecían ir bien; incluso cuando empezamos a tener relaciones, descubrí que él siempre le gustaba llevar el control de todas nuestras cosas; hasta de cómo hacer el amor. Yo ya no era virgen, se entiende pero el hacer el amor con él no me era nada igual de aquella primera experiencia mía cuando mi primer amo Francisco me sometió y me introdujo no solo su pene y los dildos sino también el mundo maravilloso del BDSM. Volviendo a lo de mi ex, la primera vez que me invitó a pasar la noche en su casa, fue algo bonito y hubiera sido mucho más si tan solo no me hubiera dado con una desagradable sorpresa. Tenía un perro negro muy grande y fiero, que asustaba a muchas personas que pasaban por su casa. Me enteré que había mordido a unas dos personas mucho más antes; porque es un perro muy bravo y agresivo. Mi ex decía que era para su protección personal y de su casa, sus padres lo habían obtenido como un regalo cuando tenía solo días de nacido y obviamente lo adoraban. A mí en lo particular, los perros grandes siempre me daban miedo porque cuando tenía 5 años un perro en la calle me mordió mi mano y me quedé con ese trauma por mucho tiempo. Por tal razón cada vez que íbamos a su casa, aprovechando la ausencia de sus padres y que la casa quedaba completamente sola para nosotros, nos compenetrábamos en un abrazo muy ardiente y sensual que terminábamos casi inmediatamente en la cama sin dar lugar a muchos preámbulos. Así eran nuestros encuentros de amantes todas las veces que podíamos tener la disponibilidad de la casa de mi ex para nosotros solos. Hasta que un día, algo totalmente bizarro y menos pensado me pasó. Había sufrido prácticamente una violación voluntaria tan solo unos meses atrás; al entregarme a un amo para solo sentir y calmar la curiosidad de ser una sumisa en vivo y en directo, tal es así que ya no me esperaba ninguna otra experiencia que resultara fuera de este mundo, pensaba que tras esa primera vivencia erótica llena de sumisión y entrega ya conocía todo referente al sexo, que equivocada estaba.  Volviendo a esa inolvidable noche, mi ex y yo nos habíamos estado haciendo el amor por espacio de dos horas, calmando nuestro apetito sexual, él me devoraba con sus caricias y penetraciones tan intensas que me hacían desfallecer de placer, estaba rendida a él completamente, mis piernas las tenía abiertas y de esa manera permitía que todo su peso cayera sobre mi cuerpo ante cada embestida suya que me daba. Entrelazaba más mis piernas en  su cintura de manera que a cada nueva embestida, más me aferraba yo a sentirlo dentro de mi con todas mis fuerzas, no quería perderme ningún segundo de placer; pues me estaba llevando al clímax absoluto e inconfundible síntoma de un delicioso orgasmo. Mi ex me dio un último y fuerte empujón hasta que me volvió a calzar completamente y empezó a soltar su descarga caliente dentro de mí, mientras que yo agradecía  a mi amante a través de un voluptuoso y delicioso orgasmo al mismo tiempo. Quedamos exhaustos después de casi dos horas de disfrutarnos con nuestros preliminares de caricias y toqueteos en mi cuerpo para dar paso después a nuestro acostumbrado encuentro carnal. Mi ex novio decidió ir a tomarse una cerveza en la cocina que está en el segundo piso, no sin antes ir a dar una mirada en el patio trasero a su engreído Barrabas, su odioso perro. Yo permanecía tendida en la cama, rendida y abandonada a mis pensamientos tras haber gozado un excitante orgasmo minutos atrás, no me imaginaba que en unos minutos más, mi cuerpo sufriría un nuevo ataque sexual, pero esta vez de un amante inesperado. Me acariciaba mis senos con mi mano derecha, mientras mis piernas las mantenía totalmente abiertas, aprovechando aun la calentura para tocarme mis labios con mi otra mano, me sentía feliz y seguía adormecida aún por el reciente placer que mi cuerpo acaba de disfrutar, cuando de pronto reaccioné y vi la hora en la mesita de noche. Eran las10pm y mis padres como siempre, me habían dado sólo dado permiso de volver a las 7pm porque “supuestamente” me encontraba en mis clases de danza que empiezan a las 5pm y terminan a las 6pm, una hora suficiente para volver a casa a las 7pm. Di un grito y salté de la cama, y salí volando totalmente desnuda en dirección del baño que se encontraba en el primer piso. Al bajar las escaleras casi pierdo el equilibrio y resbalo con los escalones, pero pude mantenerme en pie y seguir bajando hasta el primer piso. Cuando estaba por llamar a mi novio y pedirle una toalla, uno de mis pendientes cayó al piso de mi oído izquierdo, justo uno de mis favoritos que me había regalado mi mamá en mi cumpleaños pasado. Desesperada comencé a tratar de divisarlos estando de pie, pero no podía verlos en ninguna parte, por lo que opté por agacharme y de rodillas empezar así a buscar mejor el bendito pendiente.  Por más que buscaba no podía ver nada en el piso que se semejara a mi querido pendiente, por lo que decidí inclinarme más, levantando mi colita, quedando mi cabeza al borde del piso; así podría buscar mejor a esa distancia. Me encontraba tan concentrada en la búsqueda de mi pendiente, que no sentí para nada el ruido de los toqueteos de pisadas que se aproximaban a galope por mi espalda; era Barrabas, el gigantesco perro de mi novio que se había escapado del patio, aprovechando un descuido de mi novio al ir a atender una llamada telefónica, dejando la puerta abierta. Justo cuando había divisado mi ansiado pendiente, me incliné más abajo para recogerlo, levantando el culo aun más y alargando el brazo para alcanzarlo, en el instante, que Barrabas, que corría por la habitación, en forma sorpresiva, se me arrojo aprovechando mi posición. Comenzó a olerme, era indiscutible, mi emanación de flujo lo debió haber atraído. Luego sin esperar nada y en forma desenfrenada empezó a agitarse en mi espalda tratando de penetrarme, sus patas me apresaron, como acomodándose para iniciar su coito. Intenté pararme pero Barrabas  emprendió un asechamiento de una manera bastante ruda, saltaba sobre mí, imposibilitándome sostenerme, apoyaba sus patas en mis hombros, como tratando de ponerme en posición, para realizar su objetivo. El peso del perro estaba cansándome, pero él continuaba tratando de hacerme suya. Pretendí de zafarme, pero mi novio al oír mis gritos  y venir donde estaba yo; me dijo que no era conveniente que tratara de escaparme del perro, dado el estado en que estaba el animal, porque era peligroso y podía morderme en alguna parte vital.  Poco a poco sus pesadas patas hacían mi resistencia más insostenible, venciéndome poco a poco hasta quedar tendida en el piso con mi culo levantado; indefensa y vulnerable ante ese enorme y temible animal, deseoso de gozar con mi cuerpo. Al notar que me quedaba inmóvil en esa posición presa de miedo y terror, el perro me apresó con sus patas, para seguir tratando de iniciar mi penetración. Sentía como la punta de su miembro, chocaba contra mi culo tratando de encontrar mi sexo, para penetrarme, esos impetuosos intentos hicieron que insertara en mi ano, fue un instante de desesperación y absoluta sumisión ante aquella bestia, tiempo suficiente para sentir su bárbara penetración, no pude contener un grito de dolor. Mi novio me pedía calma y que no me moviera mientras iba a buscar algo con que sujetar al animal. Cuando sentí la punta de su miembro abrirse paso en mi ano, grité más como producto del dolor que me producía, mientras su miembro se embutía mas adentro, en una manera alocada y sin respiro, sentí en ese momento, que era su perrita, no una mujer, me bombeaba sin pausa apresándome con sus patas tratando de impedir que tuviese posibilidad de escaparme, al verme reflejada mi figura en un espejo y a Barrabas cogiéndome de esa forma, sentí como vergüenza por lo que estaba sucediéndome. Pero por otro lado esa morbosidad no dejaba de excitarme, llegar a ser penetrada por un animal, que en de una manera muy exaltada daba rienda suelta a su instinto. Cuando regresó mi novio le pedí con desesperación que me lo quitara de encima; que no quería, pero él se acercó a mi acariciando mi rostro y besando mis mejillas, me contestó que no sería bueno quitarlo, porque podría ser demasiado peligroso para mí. Traté de gritarle al perro; pero mi voz no me ayudaba pues solo soltaba gemidos; además no detuvo al animal, hasta me dio la impresión que eso lo incitó a acelerar su bombeo. Era doloroso, pero mi calentura empezaba a traicionarme, superando a cualquier dolor. Cada vez que penetraba su pene, mi cabeza se elevaba, era tan grande mi necesidad de que me penetraran más, que lo soportaba. Lo sentía entrar dolorosamente centímetro a centímetro, a través de mi recto. Supongo que cada vez más enrojecido por ese taladro de carne, el esfínter parecía latir para tolerar mejor la incursión. El pene de ese perro no cesaba de sacudirse en mi ano, enterrándose cada vez más, realmente me dolía pero permanecí sumisa, permitiendo que continuase, cogiéndome, era su hembra, era su perra. Era algo salvaje y animal, llena de una sexualidad distinta, mi cavidad anal seria la que cobijaría su simiente. Cuando al fin terminó de entrar su totalidad, sentí que se dilataba, fundamentalmente su bola, tenía insertado la totalidad de su miembro en su máximo estado, dejando sus genitales pegados a mi ano. Era feroz sentir su falo metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme. Los movimientos cesaron, acomodándose, amoldando mi recto a ese volumen, disfrutando su aparato en mi interior. Yo tenía mis ojos cerrados, no había nada más que pudiera hacer solo soportar esa deliciosa sodomización animal; cuando de pronto escuché el sonido de una cámara instantánea. Era mi novio que empezaba a tomarme fotos en tan humillante situación. Yo solo jadeaba y gemía, mis defensas habían sido ya aplacadas por el deseo y la excitación. Percibía los latidos de su falo en mi íntimo conducto, que no dejaba de hacerme vibrar. Estrechaba mi ano, aprisionando su verga, hasta que súbitamente un cálido liquido fue eyaculado en mi recto. Gritaba como sacada, ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante. Exhalé, gemidos y gritos de placer hasta mi último aliento, cuando un maravilloso orgasmo inundó mí ser. Cada tanto sentía unos leves chorros de su leche que aún evacuaba, acompañada con otros orgasmos que seguía produciendo.
El perro intentaba desprenderse, al que tomándolo de sus patas traseras impedía que se moviese, para no sentir dolor.
Después de 15 minutos o más pudimos separarnos, realmente estaba muy asustada por esa nueva experiencia, pero me agradó mucho. Estaba extenuada, y muy satisfecha, pero no pude evitar ponerme a llorar, así que me quede tendida mientras mi novio me consolaba luego de haber llevado a mi “singular” violador al patio encerrándolo completamente. A más de medio año de aquella alucinante experiencia, no niego que me excita recordarlo, pero creo que fue algo enfermizo. Nunca imaginé que llegaría a entregarme íntegramente a un animal, dándole mi cuerpo para que gozara con él, mientras me sentía poseída y violada, al estar desnuda frente a esa bestia. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario